26 de Septiembre, 2023
CAFÉ: ¿Bebida de los dioses o brebaje del diablo? Una disputa que se gestó en el Olimpo…
¿Te has sentado en una mañana fría con una taza de café humeante entre las manos mientras su aroma se mezcla con el olor a hierba y tierra mojada? Para mí, es un placer digno de los dioses más exigentes. Y es que no me dejarán mentir, pero pocos rituales matutinos son tan placenteros como beber café, la experiencia comienza desde el momento en que sus vapores, con su seductor aroma, se elevan por los aires despertando y agudizando nuestros sentidos de una manera que solo puede describirse como hipnótica. No importa si te gusta solo o con leche, como se popularizó beberlo en Viena, tomarlo caliente, frío o en frappé… solo o en compañía, todos los días millones de personas alrededor del mundo no comienzan su día sin una taza del negro elixir.
Su pequeña semilla color grana ha tenido un impacto político, social, sexual y económico en la historia del hombre fomentando lo mejor, lo peor e incluso lo más absurdo de nosotros, pues el café es la bebida legal más estimulante, vigorizante y más consumida en el planeta, pero también la que más debate ha creado en la historia de la humanidad. ¿No me crees? Te invito a seguir leyendo…


El café nació en el mismo lugar que nuestros ancestros más antiguos, en Etiopía, la cuna de la humanidad, nadie sabe quién lo descubrió; el cómo, cuándo o cómo llegó hasta nosotros es un misterio, aunque hay leyendas que intentan explicarlo… como la del pastor que llevó los frutos de esa extraña planta a su comunidad después de ver el efecto vigoroso de sus cabras tras comer sus semillas. Los primeros hombres salieron de Etiopía a conquistar y poblar el mundo y esta enigmática semilla no podía quedarse mucho tiempo atrás, por lo que tiempo después siguió los pasos del hombre por África, Europa, América hasta que no hubo rincón sobre la faz de la Tierra donde no lo valoraran y cotizaran…
Las tribus africanas lo consumían para dar energía a sus guerreros en combate, también era bendecido por las mujeres de las tribus para pedir a los espíritus por abundancia y fertilidad, pero su consumo, se hizo masivo gracias a los árabes, que comenzaron a cultivarlo en el siglo XII.
En una de sus leyendas, se relata qué Mahoma, se encontraba muy cansado para poder cumplir con sus rezos y obligaciones religiosas, hasta que bebió el negro brebaje recobrando sus fuerzas de forma milagrosa. El café se convirtió así en la competencia número uno del vino y las bebidas espirituosas, prohibidas por el Corán so pena de muerte, aunque algunos de sus detractores lo consideran un pobre sustituto del elixir de Baco. Esta potente infusión obscura se convirtió en una bebida misteriosa, mágica, deseada… pero también temida. Aún así, nadie pudo evitar que se esparciera por el mundo, pues tarde o temprano todos eran seducidos por su aroma y sabor. Los intentos de prohibición solo aumentaron su popularidad, y es que el café es una bebida social y romántica. La experiencia del café cambia culturas, inicia romances y gesta revoluciones, por eso no es de extrañar que esta bebida, que el día de hoy tenemos al alcance de la mano, haya intentado ser prohibida y penalizada en diferentes momentos de nuestra historia.


Por algo sus granos tenían que tostarse en el fuego del infierno y los infieles se servían de él para sus adivinaciones y predecir el futuro… pero no contaban con que el Papa Clemente, ya había sucumbido al hechizo del brebaje quien declaró qué: Dejar solo a los infieles el placer de beberla sería una lástima. Y en un acto simbólico bautizó a la bebida, haciéndola aceptable para los católicos. Aunque algunos protestantes siguen viéndola con malos ojos hasta el día de hoy.
El café, para llegar a todos los rincones del planeta tuvo que pasar por un sinuoso camino y luchar contra la política, economía, los miedos y las creencias religiosas de los lugares a donde llegaba a conquistar, cual Alejandro Magno, los paladares de las personas sin importar su sexo, edad, religión o clase social. Pero probablemente, no hubiera logrado la victoria sin la ayuda divina del Papa Clemente VIII. La historia cuenta que importantes miembros del clero y la curia romana, acudieron al Sumo Pontífice con la petición de que prohibiera el consumo de este brebaje “del diablo”, no era de extrañar su desconfianza… el café había sido traído por los infieles y la iglesia miraba con temor como la exótica bebida causaba alborotos a pesar de su sabor amargo.


Los mismos musulmanes, que lo dieron a conocer al mundo, intentaron prohibirlo en numerosas ocasiones a pesar de que el mismo Mahoma lo había declarado como algo bueno, y poco a poco comenzaron a compararlo con los efectos estimulantes del vino, aunque se cree que fue más por motivos políticos que religiosos… El café era visto como una bebida que causaba problemas, junto a él surgieron numerosas cafeterías, que poco a poco fueron consideradas centros de vicio, sedición y posibles revoluciones. Pues es un hecho… Sí se habla de política en las cafeterías, así que muchos gobernantes creían que los rebeldes se reunían en ellas para planear traiciones y revoluciones, no estaban muy equivocados, la Revolución Francesa se planeó y vio la luz en los establecimientos parisinos al lado de una buena taza de café. Pero tiempo atrás, en el 1511 A.C ya los gobernantes veían con desconfianza estos establecimientos, como fue el caso del Emir Kahir Bey, quien la consideraba una bebida intoxicante, que afectaba misteriosamente el comportamiento de las personas, por lo que mandó cerrar las cafeterías, pero en verdad lo hizo porque descubrió que los hombres se reunían ahí para hablar mal de él. La medida, altamente impopular, rápidamente comenzó a causar disturbios, por lo que el sultán del Cairo, dejó sin efecto esta medida y las cafeterías volvieron a abrirse.
Diversos intereses económicos intentaron detener el éxito de la bebida que comenzaba a suplir al vino en la vida cotidiana, pues mientras el primero te mantiene alerta y con la mente despejada, el segundo produce letargo, nubla nuestra mente y sentidos. Dicen que la disputa entre ambas bebidas se gestó en el mismísimo Monte Olimpo, cuando Zeus, regresó de un largo viaje por el exuberante y paradisiaco trópico, acompañado de la bella y misteriosa Bistrea, mujer morena, de cabellos negros y ojos hechiceros que emanaba un olor dulce y amargo a la vez. A pesar de la inicial desconfianza de los otros dioses por el tono de su piel y su aroma seductor, la energía contagiosa de Bistrea, junto con su risa de cascabel, hicieron que pronto los dioses quisieran probar los beneficios de sus cafetos, esos granos rojos y aromáticos que Bistrea les dio a probar en una infusión que poco a poco comenzó a competir con el néctar de los dioses, lo que desató los más infames celos de Baco, quien intentó desacreditarla corriendo chismes sobre el origen dudoso de la diosa y su misteriosa bebida.


Morfeo, el dios de los sueños, cayó irremediablemente enamorado de la exuberante diosa, generando el caos en el Olimpo y en el mundo, pues los dioses y los hombres dormían, pero no soñaban… Morfeo tuvo que abandonar el Olimpo para alejarse de ella y se refugió en los sueños, así que los hombres comenzaron a soñar con imágenes de una mujer morena y sensual sembrando una planta desconocida hasta el momento, pero con el tiempo, su curiosidad los llevó a encontrar la planta con la que tanto soñaban. Fue así como el café llegó al mundo de los mortales, despertando de nuevo los celos del dios del vino quien, al verse amenazado, encontró a su mejor aliado en Hypnos, quien se encontraba furioso por el lamentable estado de su hermano y su amor no correspondido por Bistrea. Fue en este momento que Hypnos lanzó una maldición, quitándole la capacidad de dormir a todo aquel que tomara la bebida de la hermosa Bistrea.
Bebida de los dioses o brebaje del demonio, yo prefiero quedarme con la primera y saborear una o más tazas de café para comenzar el día, o a cualquier hora, porque siempre es momento para relajarse, platicar entre amigos o mientras nos enamoramos, inspiramos o intentamos arreglar el mundo.
Pues como reza un dicho turco: “El corazón no quiere café ni cafeterías, el corazón quiere un amigo, el café es solo la excusa”. El café es una bebida familiar, une a los amigos, es herencia y cultura. A lo largo de los años pasó de ser una bebida ceremonial sagrada a un ritual social. El café ocupa un lugar en la vida de todas las personas. Intelectuales, poetas y músicos han logrado grandes obras al lado de una taza de café. El café da energía y relaja al mismo tiempo, por eso es mágico y muchos creen que incluso afrodisiaco. La gente se junta a beber café e intercambia conocimientos. Las cafeterías son importantes para la comunicación entre personas, fue en parte a la comunicación que el éxito del café estaba asegurado, pues no distingue entre sexo, razas ni religiones… la conversación con un café se transforma en arte.
Y así vemos como el café, a pesar de que se intentó que fuera el secreto mejor guardado, se convirtió en uno de los productos más preciados del mundo, fue objeto de contrabando y robos, como la historia que cuenta que en 1720 entró a los jardines reales de París, Gabriel Mathieu de Clieu, oficial de la marina francesa, quien hábilmente robó un cafeto y lo llevó a América a través de un peligroso viaje por el Atlántico, o de cómo fue el pretexto para que los Estados Unidos declararan su independencia al tirar al mar el té que llegaba de Inglaterra con altos impuestos para los colonos, al grito de “Quédense con su té, el café es del pueblo”.
Y así, mientras termino este artículo bebiendo un expreso y escuchando a Miguel Bosé con su “Morena mía”, me pregunto si no fue el mismo Morfeo quien en sueños lo hizo soñar con la misteriosa Bistrea, con esa morena suya, tan suya que enamora, pero no puede enamorarse de nadie, esa que está en los cinco continentes y que lo hace sentir más de diez pecados cuando lo toca su boca provocándolo, porque nadie hace el café como ella y eso… eso es la gloria.
Por: Mónica Guzmán GBV
