En el bello estado de Oaxaca, se encuentra San Baltazar Chichicapam, y ahí, enclavado entre agaves, se encuentra “El Alacrán”, un palenque familiar que por más de cuatro generaciones se ha dedicado a la producción de mezcal comprometiéndose con el medio ambiente y el desarrollo de su comunidad, al buscar mejorar el cuidado del uso de la madera, del agua y en reutilizar el bagazo para proteger sus recursos y seguir disfrutando de esta bebida ahora y en el futuro.
Uno de sus agaves es el conocido como agave espadín, este mezcal ganó medalla de plata en el concurso del Top 99 de la revista Cava, y el cual cultivan de manera sustentable y es cortado por la misma comunidad, pues desean ser una fuente de actividad económica para la zona y sus familias. Tienen agaves 100% silvestres, cómo el Tóbala, el Cuishe, el cual es madurado en vidrio y obtuvo medalla de bronce en el mismo concurso, el agave Jabalí y el Tepeztate, que ganó medalla de oro y entró en la lista de los 99 mejores mezcales del concurso del TOP 99 de la revista Cava.
En Palenque El Alacrán, cada agave es seleccionado en su punto de maduración después de hacer una selección de los magueyes; y siempre dejan tiempo entre cada corte para permitir una reproducción natural de los recursos.
Su mezcal es artesanal y 100% destilado de agave, utilizan un horno cónico de tierra para cocer los agaves. Luego de manejar un reposo adecuado, se muelen los agaves en una piedra llamada tahona. Sigue la fermentación en tina de pino con agua de manantial… y finalmente, lo someten a una doble destilación en olla de cobre. A lo largo de todo el proceso, todas las operaciones son totalmente naturales y no se agrega ningún aditivo. Todo esto de la mano experta de su mezcalero, Luis Santiago.