Hoy en dÃa la gastronomÃa vive un auge que décadas atrás no se imaginaban nuestras abuelas. En la actualidad hablar de chef, cocinero, rescate de tradiciones y época prehispánica, son temas comunes en la sociedad gastronómica y en general, ya que cada vez se reconocen con otra perspectiva y con mayor respeto a un oficio que aÑos atrás era acuÑado a las mujeres y que por mucho tiempo lo supieron llevar muy bien, dando tradición, cultura y unión familiar. Quién no recuerda ese platillo tÃpico de la abuela que nos recibÃa cuando la visitábamos, o esos domingos de reunión familiar, que desde la puerta de su casa ya se desprendÃan aquellos olores que al recordarlos enchinan nuestra piel, porque en esos aromas se trasmitÃa un amor a la cocina, al platillo, pero en especial a la familia.
Recuerdo con pasión la cocina de mis abuelas, aquellos recorridos al mercado cada miércoles de plaza, para mà de pequeÑo era la aventura más grande de las vacaciones, ese lugar lleno de colores, aromas, sabores, ¡era mi mayor alegrÃa! La experiencia del primer contacto con quelites, huitlacoche que le encantaba al abuelo, flor de calabaza, etc. La recompensa era ver cocinar a mi abuela, que se ponÃa ese mandil que le daba identidad a su vestimenta, sentado en aquel banco donde la miraba como preparaba los productos que luego se convertÃan en deliciosos platillos como un mixiote de pollo con hoja de plátano, que cortaba del árbol de la vecina, acompaÑado de un arroz rojo perfecto.
Vivimos en una época donde encontramos menos mujeres en la cocina, ya que esa cuestión ideológica era o es vista como una esclavitud y obligación, sin embargo desde mi punto de vista es ahà donde se centra la unión familiar. No puedo imaginar no llegar a ver de la mano de mi madre a mi hijo, acompaÑándola por las tortillas y ella dándole un taco de sal como lo hacia la abuela conmigo, o que mis hijos dejen de recordar la comida de su abuela. El otro dÃa escuchaba un comentario “estaremos viviendo la época que digan nuestros hijos recuerdo la cocina de papáâ€, y reflexioné que cada vez la introducción del hombre a la cocina se hace algo normal, pero la presencia de la mujer frente al fogón para mà es la esencia de nuestra gastronomÃa. Por ello hoy rindo un homenaje a esas cabecitas blancas de cada familia que han dejado sus recetarios tan preciados por las hijas y tÃas, las famosas “recetas de la abuela†y que hoy miran desde sus asientos, con mucha tristeza, ya no poder cocinar y trasmitir por ese medio el gran amor a su familia.
Amigos los invito a darles un beso a esas abuelitas que nos esperan en casa y a las que se nos adelantaron pedir que sigan dándole ese sabor a nuestras cocinas. Y a mis abuelas Ela e Isa, gracias por enseÑarme el gran amor y respeto a la cocina mexicana. Amemos lo nuestro, pero comencemos desde nuestros hogares.
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