El aclamado cocinero francés, quién consiguió tres estrellas Michelin en 1965 y nunca perdió ninguna, falleció este sábado a los 91 años. El fundador de la nouvelle cuisine sufría desde hace años la enfermedad de Parkinson.

A su restaurante llegaba gente del mundo entero para degustar sus platos emblemáticos como su “gratén de colas de cangrejo de río” o su “sopa VGE”, un consomé a la trufa coronado por un trozo de pasta de hojaldre, creado en 1975 para su entrega de la Legión de Honor en el palacio del Elíseo.

“Monsieur Paul”, como era simplemente denominado, se definía como “un adepto de la cocina tradicional”, a quien le “gusta la mantequilla, la crema y el vino”, y “no los guisantes cortados en cuatro”, afirmó en el libro “Paul Bocuse, el fuego sagrado”.

“Sí, seguramente mi cocina es anticuada”, admitía este gran vividor, que se regocijaba con “platos simples” como el tradicional “pot-au-feu” francés.

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